"Me muero por divertirte y que me beses cuando despierte, acomodado en tu pecho, hasta que el sol aparezca,... crear, soñar, dejar todo surgir, aparcando el miedo a sufrir".
Aunque huela a canción del verano y a recopilatorio de Grandes Éxitos. Aunque Alex Ubago fuese un bluff del que nunca más se supo. Aunque me produzca vergüenza ajena reconocer mi querencia a la Oreja de Van Gogh, y a Amaia Montero en particular. A pesar de los pesares, "Me muero por conocerte" me encanta. Y, aunque pueda parecer retorcido, también me encanta la tal Amaia. Y, aunque pueda parecer más retorcido todavía, me encanta su tinte de pelo.
Rick (Humphrey Bogart) le decía a Ilsa (Ingrid Bergman) en esa lacónica e impagable escena del aeropuerto de Casablanca: Siempre nos quedará París.
Esa canción siempre me recuerda a Euskadi. A aquellas vacaciones del 2002. A aquella sinuosa carretera de la costa que unía Zarauz con Zumaya. A La Concha. Al Jai Txiki. Al Telesforo.
Esta canción me recuerda a Sue Ellen, a Sue Ellen, y a Sue Ellen.
A ti y a mi, a nosotros, siempre nos quedará Zarauz.
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