Hay una linea muy fina que delimita un hobby y la enfermedad mental. José Miguel está a punto de traspasarla. Desde su adolescencia colecciona chapas y botellas de Pepsi-Cola. Últimamente ha ampliado la colección a latas, posavasos y vasos. Y amenaza con empezar a recopilar posters y clips de video promocionales de dicha marca.
Su vida transcurre de lunes a viernes, después de su trabajo abnegado e intachable, frente a la pantalla del ordenador, ya sea manteniendo su página web, ya sea buscando aquel chollo que le falta en e-bay, ya sea preparando sobres con productos Pepsi-Cola para intercambiar con otro coleccionista en la otra parte de mundo. El fin de semana es tiempo dedicado a las relaciones sociales: allá donde hay una convención de coleccionistas de su tema hay está él con sus archivadores de hojas clasificadas de chapas, su carrito con cajas de vasos, botellas y demás parafernalia pepsicolera, su PDA con el resto del catálogo debidamente ordenado.
Su mujer, esposa ejemplar, pasa más horas que una santa en Correos recogiendo o enviando paquetes contra-reembolso.
Sus amigos, yo entre ellos, ya no saben cómo decirle que una noche de copas es algo más que Passport con Pepsi-Cola. ¡Que preferimos la Coca-Cola! ¡Que nos puede apetecer un vodka con naranja!
Sus hijos ya solo beben limonada, hartos de vincular sus destinos vacacionales a la fiebre coleccionista de su padre.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada