dissabte, de juliol 14, 2007

El Estado vela (a veces) por tu seguridad (I)

Estaremos de acuerdo en que Aznar se equivocó en lo de "quien te ha pedido que conduzcas por mí". Son cosas que afectan al resto de la sociedad. Un conductor borracho o agresivo al volante afecta a los demás, y puede dañarles gravemente.

En cambio, podríamos discutir sobre la obligatoriedad del uso del cinturón de seguridad o del casco en la conducción, dado que son elementos que sólo velan por la integridad del conductor. Y su muerte o paraplejía no perjudica, objetivamente a nadie, tan sólo a él. Cómo mucho podría suponer una carga el Estado, en la medida que el sistema sanitario tendría que asistirle a él en caso de paraplejía, o el sistema de pensiones que tendría que asistir a su familia en caso de muerte.
Lo mismo podríamos decir del tabaco, del alcohol o el resto de drogas, si dicho consumo se efectua en solitario. Estaríamos también de acuerdo en que dicho consumo en compañia de otros podría resultar peligroso, ya sea en forma de contaminación del ambiente o de generar comportamientos agresivos, amén de delicuencia para financiar la compra de dichas sustancias. O estaríamos también de acuerdo en que dicho consumo afecta al sistema sanitario pagado por todos nuestros impuestos.

¿Entonces por qué se permite que miles de personas corran delante de los toros en San Fermín? ¿No son compartamientos de riesgo? ¿No gravan nuestro sistema sanitario? ¿No se está permitiendo impunemente poner en riesgo de muerte a esas personas? Y no me vale decir que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad velan para que personas que no estén en plenitud de sus facultades físicas y/o mentales, esto es ebrias, corran delante de los toros. ¿El resto de personas, se las supone sobrias, no corren, acaso, peligro?

Moraleja: Si asumimos el papel del Estado de rollo protector y paternal, que éste sea consecuente y lo sea siempre.

Yo no me puedo bañar libremente en un playa con bandera roja ondeante si no es bajo riesgo de multa espectacular y, en cambio, si puedo correr sin ningún tipo de impedimento administrativo delante de no sé cuantos toros y cabestros en la curva de la calle Estafeta de Iruña.