diumenge, de juny 24, 2007

Ces fous nains

A menudo los hijos se nos parecen,
así nos dan la primera satisfacción;
esos que se menean con nuestros gestos,
echando mano a cuanto hay a su alrededor.

Hoy hemos dejado a mi hijo en unas estancias intensivas de francés en un pueblo de Tarragona. Quince días de inmersión en la lengua de Gainsbourg. Él iba entre ilusionado y receloso. Al llegar, el ambiente le ha superado. Estaba aturdido. Tenía miedo. Ha tragado saliva, no ha podido evitar llorar al despedirse.

Decirte que te admiro, pero no sólo por preferir estudiar tres horas de francés diarias y aguantar el resto del día en un ambiente totalmente francfófono con gente extraña que no conoces, en vez de estar en casa viendo la tele o en unas colonias de esas pijiprogres de tirolina, kayac y rappel. ... Que te admiro por cómo eres y por la mucha, muchísima felicidad que nos has dado a tu madre y a mí. Y por la mucha, muchísima que nos seguirás dando.

...Y que te quiero, te queremos mucho, muchísimo
...Y que te echo, te echamos, mucho, muchísimo, de menos

En fin, me ha quedado un post entre lacrimógeno y meláncolico, pero no he podido evitarlo