dimarts, de setembre 04, 2007

¡Jar, jar, jar! Marichalar no va a reinar

Rumores más que fundados (Maria Teresa Campos, con el silencio cómplice de Peñafiel y Mª Eugenia Yague) apuntan a la segura, en breve espacio de tiempo, separación de la infanta Elena de Borbón y Grecia y su esposo Jaime de Marichalar.
Siempre que se produce una ruptura siento un cierto pesar cuando hay hijos en el fragor de la batalla. Con ésta en concreto no puedo evitar esbozar una maligna sonrisa.
¡Me caen fatal!
Élla, siempre con el culo apretado, se debe creer algo la niñata. A ver si ahora que se va el Marichalar de palacio y le deja la llave del botiquín (esto es, lugar donde se almacenan vendas, alcoholes, esparadrapos y también benzodiacepinas) puede acceder al frasco de Evacuol y laxar todo aquello que parece llevar dentro y se traduce en esa cara de eterna estreñida... Para que seguir hablando de ella,... Miquel Calzada y Quim Monzó ya la retrataron magistralmente en aquel Persones Humanes irrepetible.
Él, un friki de manual. Señorito de rancio abolengo y dudosas costumbres textiles, nunca necesitó un espejo valleinclanesco para aparentar más esperpento. Él era el esperpento. Me da la sensación que desde la enfermedad se abandonó a la vida rosa y a la pasarela vía Nati Abascal (¡que mal gusto tienes! ¿Oiste, viste a Judit Mascó?)... ¿O fue al revés y se abandonó y encontró la enfermedad?.... Creo recordar que a Joaquin Sabina le pasó algo parecido por culpa del consumo desaforado de cocaína... Pero comparar comportamientos adictivos del rojerío con los del ¿deberíamos llamarlo? roserío sería inadecuado e improcedente.
Desde una visión republicana pesimista debería pensar aquello de que cuesta más mantener dos casas de solteros que una de casadas. Por no añadir a la cuenta, las desmadradas facturas de las furibundas desbandadas nocturnas con las que el tal Marichalar nos va a deleitar a partir de ahora a todos los contribuyentes. Amén de las clases de las clases de hípica full-time que impartirá a buen seguro la Infanta Elena para recuperarse de su depresión.
Desde una visión republicana positiva debería gritar ¡Dos Borbones sin follar, menos infantes a heredar!