diumenge, de març 30, 2008

¡Estas más buena que el pan!

Siempre he defendido la idea que la belleza no es gratuita.
Que suele estar relacionada con el poder adquisitivo de uno/a para poder adornarse con ropa cara que enmascara el cuerpo con una vestimenta imponente, para maquillarse con productos igualmente caros que enmascaran igualmente los defectos faciales. Por no hablar de los ricos, que pueden elegir a sus mujeres prácticamente a la carta en función de su preeminencia económica, y lógicamente eligen a las más guapas, que a su vez engendran a hijos guapos que se emparejan con hijas guapas de padres que han seguido la misma estela. Y así nace básicamente la "beautifoul people". Esto es, la gente guapa
Pero en toda esta teoría de la evolución social hay un gremio que escapa en nuestros agitados días de toda regla: el Gremio de los Panaderos. De las Panaderas para ser exactos. De las hijas de las panaderas para ser escrupulosamente exactos.
¿Cómo llegué a esta conclusión tan tajante?
Uno de los escasos divertimentos televisivos a los que me confesaba adicto era a la serie "Los Serrano" de hace un par de temporadas. Luego bajó el nivel de la serie y dejó de interesarme. Es la típica serie de familia española donde todos desayunan en una cocina de 30 metros cuadrados, con una increíble luz penetrando por los inmensos ventanales, rodeados de productos alimenticios de primeras marcas (pan Bimbo sin corteza, leche Pascual, mermelada Helios, mantequilla Arias,. etc) servidos en tazas blancas de Ikea y elegiendo a discreción café, cafe con leche, chocolate o infusión (cual camarero idilíco de Arias Cañete al mando de la dirección de cocina). También viven en un adosado de las afueras de una gran ciudad con jardín y/o porche. Amén de trabajar(?) con una flexibilidad laboral de horarios que ya quisieran los países escandinavos. La serie se fundamenta básicamente en la Tensión Sexual No Resuelta de sus protagonistas, ya sean Diego y Lucía (Antonio Resines y Belén Rueda, ya fallecida en la ficción), Eva y Marcos, y Guille y Tete. En la historia paralela de Guille y Tete, adolescentes de edad indefinida, entre 14 y 16 años, una de las outsiders de Tete, la presunta novia de Guille, es la hija de la panadera del barrio. Lorena, la hija de la panadera, es la encarnación de todas mis Lolitas, la prueba irrefutable que Nabokov no era tan retorcido como pensaron sus contemporáneos.
Desde aquella irrupción televisiva soy el encargado oficial de la familia de abastecer los suministros de pan, y doy fe que ha sido una tarea agradecida. Descartando las cadenas franquicia de panadería y centrándonos en las que tienen horno propio, el resultado ha sido espectacular: puedo afirmar y afirmo que las hijas de las panaderas y/o las dependientas púberes de estos locales están inmensamente más buenas que el resto de hijas y/o dependientas púberes de otros locales comerciales.
¿De dónde viene este eslabón perdido en la evolución de las panaderas?
¿Cuándo se nos hablaba del milagro de los panes y los peces (Juan 6, 1-15) se referían al milagro de lo buenas que estaban las panaderas?
¿Tendré que investigar el gremio de las pescateras también?
Yo soy un poco cortado para el tema piropo callejero, pero, a estas chicas, parafraseando el titular de este artículo, habría que increparlas al grito de:
¡Estás más buena que tu pan!